Leer los poemas que conforman Antología apresurada es emprender un viaje arqueológico por el sentimiento y por el conocimiento que flota en cualquier parte, en todas partes; el poeta los descubre y a la vez los recrea según sus ideas y sus vivencias.
Guillermo Salvador no cree en señores a los que hay que servir, pero sí tiene un profundo compromiso con lo auténtico, con el ser y las vivencias tal cual se originan y se presentan a lo largo del trayecto, con ropaje adecuado pero sin máscaras. Puede sentarse con Otis Redding en el muelle de la bahía, bailar un vals con Leonard Cohen, huir con Sam Peckinpah, vocear con Luther King por los derechos, alegrarse de que en Appomattox, (Virginia) se disparó la última bala que dio por acabada la Guerra de Secesión americana, alistarse contra la guerra acompañado por algunos exponentes de la generación beat como Ginsberg o Kerouac… Todos caben en el universo de nuestro poeta tardío, los grandes y los pequeños, la canción francesa y los boleros o los tangos, los dramaturgos y los que hacen cine, lo real y lo imaginario enlazados por un hilo continuo y perenne.
Del prólogo de Francesc Sáinz