Dice Marià Lorca en el prólogo, que, seguramente, estas memorias generarán controversia. Bien; pero dado que una controversia es una discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas (volviendo a Weber, con el ánimo científico de búsqueda de la verdad antes que con el político de alcance del éxito), bienvenida sea si es utilizada con la misma voluntad con la que han sido escritas: la reflexión sobre el por qué al final triunfó el desencanto, por qué no fue posible el acuerdo, por qué la cerrazón en el enfrentamiento logró imponerse al diálogo razonable, por qué la plural realidad sociológica se vio suplantada por la ambición política unidimensional, por qué la información y la crítica constructiva quedaron ahogadas por la soflama y el dicterio.
De manera continuada he venido expresando públicamente mi desagrado con la equidistancia y las actitudes «pilatianas», mi rechazo al principio de la virtus in medio, que entiendo como falacia del punto medio y de ahí mi radicalidad en la valoración de los hechos vividos.
Estas memorias son una prueba: ante los hechos, no todos somos culpables o, cuando menos, no todos tenemos el mismo grado de culpabilidad en ellos.
José Luis Torres